martes, 2 de abril de 2013

Carta al director publicada en Diario de Ávila (2-Abril-2013)


La noche en que fuimos algo más que un nombre en el mapa


En tiempos de crisis, en los que los problemas económicos hacen olvidar todo lo demás, dejamos de lado un fantasma que azota a nuestra provincia y que es la despoblación rural. En concreto, en Gallegos de Sobrinos, nuestro pueblo, en los últimos años ha visto desaparecer a una gran parte de sus vecinos, y a día de hoy entre él y su anejo, Blascojimeno, apenas juntan 40 personas. Sus calles sólo muestran el inquietante silencio que dejan sus casas vacías, en su mayoría reformadas y cerradas, y otras tantas derrumbadas, que cerraron su puerta para nunca más volverse a abrir.
Hace tres años un grupo de personas decidimos recuperar la Peña Virgen del Espino, desaparecida hacía más de 15 años, con el objetivo de devolverle, al menos en temporadas vacacionales, la luz y la alegría a las calles de Gallegos y Blasco.
Gracias a la colaboración del Ayuntamiento y la cesión de los locales, que tan celosamente guardan cerrados bajo llave muchos otros pueblos de la zona, el pasado sábado organizamos nuestro último evento. Una verbena en plena Semana Santa que permitiera a los jóvenes que se ponen como destino vacacional nuestros pueblos no desplazarse hacía grandes núcleos como Ávila o Peñaranda.
La respuesta fue emocionante. Más de 300 personas abarrotaron el pueblo como ninguno de los presentes recordabamos. Decenas de coches procedentes de localidades vecinas como Mirueña, Muñico o Cillán (y otras no tan vecinas como San García de Ingelmos, Valdecasa o San Juan del Olmo, entre otras muchas) llenaron nuestras calles llenando de ruído los espacios que parecen pedir a gritos que no se les olvide. Nuestro silo, un centro neurálgico de tiempos pasados, volvió a quedarse pequeño muchos años después para acoger a toda esa gente, que enamorada de sus pueblos decidió, por un día, visitar el nuestro. Y todo ello, como sólo pasa en los pueblos serranos, sin un solo problema ni nada que se saliera de un ambiente perfecto.
Esta carta es un agradecimiento a todos ellos, a todos esos que disfrutaron con nosotros, al propio Ayuntamiento de nuestra localidad, a la orquesta que nos acompañó desde medianoche hasta el amanecer con tanta o más ilusión que nosotros, haciendo que Gallegos de Sobrinos fuese por una noche algo más que un nombre en el mapa condenado a desaparecer.
Por eso, sólo pongo voz a un pueblo, que esa noche parecía tener otro color que hacía muchos años no tenía y que gritaba de una forma que solo entendemos los que lo queremos: ¡GRACIAS!.

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